martes

Mercedes camina, guarda sus manos en el bolsillo, en un inútil intento de darles calor.
Juan la mira, observándola a ella y a su tapado marrón. Contempla un rulito rebelde en su flequillo que danza junto al frío viento de julio.
Mercedes frena, saluda a Juan, y lo toma de la mano. El invierno se vuelve verano.
Ahora Juan duerme, ya un poco más arrugado, como también lo hace Manuel.
Mercedes camina nuevamente en un frío invierno de abril, con su rulito ahora un poco más plateado, su abrigo marrón y una taza de arroz con leche que me trae a mí.
 

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