miércoles

¿A dónde van las arrugadas manos en días de lluvia?
El frío viento que se filtra por la ventana golpea las delgadas hojas del libro que sostengo en la mano. Empieza febrero, y llueve.
Motivada por el temporal me acerco a la puerta, y la abro.
Mis pies dan un primer paso hacia el charco de agua más próximo y se empapan de esta lluvia de verano que tan fresco nos pone el espíritu. Doy un segundo paso esta vez dirigido a la tierra, que ha pasado a convertirse de firme y estática a relajante crema que me envuelve y me trae calor.
Levanto la vista y me encuentro con la mirada atónita de Marta que me espía desde la ventana de su rosada casa. 
Alzo el brazo y le hago señas. Entre avergonzada e intrigada, Marta me abre su ventana para dirigirme un par de volátiles palabras:
-¿Qué estás haciendo?
Mi sonrisa le basta para dejar atrás su puerta, su estofado y sus zapatos.
Se acerca con paso tímido y sumerge su delgado pie en el barro. Un gritito se escapa de sus labios para convertirse luego en acogedora carcajada. Mi risa se suma a la de ella y entre chapoteadas y gotas llamamos la atención de varias cabecitas que comienzan a asomarse entre las cortinas, ventanas, y autos.
El siguiente en sumarse es Antonio, quien trae tres perfectos barquitos de papel y nos reta a empujarlos por el cordón de la vereda. A nuestra carrera pide acercarse Luisa que trae su sillita de plástico y se sienta atrás nuestro silbando. Sus silbidos atraen la atención de David que con armónica en mano nos toca una linda melodía.
Elena aparece con su paraguas y seguida de una irresistible fragancia que sale de sus manos. Nos trae dulces galletas para compartirlas bajo la lluvia. Con paso lento la rodeamos y abrazamos a nuestros estómagos que victoriosos reciben tan encantadora merienda.
De nuestras sonrisas sale luz que fundida en la lluvia forma coloridos arco iris en nuestros rostros.
 Las últimas gotas del temporal caen, y ya cansados nos despedimos para refugiarnos entre sábanas y lana. Lana que mañana nuestras arrugadas manos deberán convertir en coloridas bufandas. Sino nuestros aburridos hijos no nos dejarán salir a jugar para la próxima llovizna.

2 comentarios:

  1. ¿A dónde van las arrugadas manos en días de lluvia?
    Ya con este título, lo que sigue, ¡no puede ser más que bueno!
    Sls.

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